Ejercicios de San Ignacio en la vida diaria

Esta modalidad de EE viene recogida en la Anotación 19 del libro de los Ejercicios de San Ignacio.

S. Ignacio, ya entonces, fue consciente de que había personas que no podían retirarse para realizar los Ejercicios durante un mes debido a sus quehaceres y ocupaciones cotidianas. Por tanto, los Ejercicios realizados en la vida diaria son auténticos ejercicios ignacianos.

Se llaman EE en la vida diaria cuando la persona realiza todo el proceso en el ritmo normal de su vida de relaciones y de trabajo. Requiere la dedicación de unos tiempos específicos que se adaptan a la disponibilidad de cada cual.

Se hacen de forma personal acompañada individualmente, que se concreta en entrevistas periódicas entre ejercitante y acompañante. La periocidad de estas entrevistas se suele acordar entre ambos. El itinerario se vive en íntima y continua confrontación con la vida diaria.

En relación al acompañante, San Ignacio escribe una carta a Fulvio Androzzi el 18 de julio de 1556, trece días antes de morir, en la que dice que para

«[…] darlos exactamente precisaría hallar sujetos capaces e idoneos para ayudar a otros, después que ellos fuesen ayudados».

Obras completas de S. Ignacio
de Loyola. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC),
6ª Ed., 1997: pág. 1.099 (Carta nº 178,
escrita al P. Fulvio Androzzi, 18 de julio de 1556)

«En los Ejercicios en la vida diaria, el encuentro entre la oración y la vida, nos defiende de muchas ilusiones que unos Ejercicios cerrados pueden enmascarar. Además, se hace imposible limitar la llamada «vida espiritual» a ciertos ámbitos, como la oración, la fidelidad sacramental o una actividad explícita de caridad. Es toda la realidad de la existencia, compleja y a veces nebulosa, la que se impone como el lugar donde se revela la acción de Dios y donde nosotros vamos a comprometer nuestra fe…»
Maurice Giulani, SJ.
Jesuitas (2008), 98, p. 9